domingo, 13 de noviembre de 2016

Octubre

Eran las cinco de la tarde, había caminando varias cuadras. Cansada me detuve en el único lugar donde podría descasar, la iglesia de las Nazarenas de la avenida Tacna. Su portón  abierto de par a par invitaba a ingresar, camine entre la muchedumbre y los comerciantes y recordé que  el mes morado se había iniciado y algunos feligreses buscaban un milagro para octubre. Me senté en  la última fila, esperando no incomodar a nadie,  pues hace tiempo me declaré errante de las tradiciones cristianas, pero como niña criada en colegio católico aprendí que la casa de Dios siempre esta abierta para cualquiera que necesite cobijo. Acomode mi bolso y  observé  la pintura, aquella historia que tuve que aprender para mi nota del tercer bimestre del curso de religión, la imagen pintada por un mulato y la canción  que ya mi mente no recuerda.
Después de maravillarme con el atrio, observé mi entorno, las diferentes subculturas de Lima que se reunían ante un sola fe,  muchos ingresaban  a la espera de un milagro o  agradecer los ya concedidos; recuerdos muchas  viejecitos arrodillados rezando fervorosamente en silencio,   otras acercándose lo más posible a la imagen llevando algún rosario en las manos, un ambulante que acomodando sus golosinas  para el día siguiente y algunos niños  que corrían aburridos. Entonces me puse a pensar en que era un milagro, según la REA es un hecho no explicable por las leyes naturales y que se atribuye a intervención sobrenatural de origen divino o es buscar que algo que es imposible  que se realice, para mí un milagro es la propia voluntad humana capaz de mover  los destinos el mundo con solamente quererlo. No creo en Dios, pero sí, en un milagro, algunos cristianos me pueden señalar como cobarde por no inclinarme ante Él y ante su posible majestuosidad; pero es más difícil no creer,  pues no pienso en mi destino como escrito, ni veo mi existencia con un plan divino, solamente considero la vida como un milagro, propia de una creación misteriosa,  pero creo fielmente que la compasión, solidaridad y amor a los semejantes podrán  ayuda a cambiar la sociedad.

Sin embargo,  me acerco cada año  a la iglesia de las Nazarenas a la espera de un milagro...

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