Eran
las cinco de la tarde, había caminando varias cuadras. Cansada me detuve en el
único lugar donde podría descasar, la iglesia de las Nazarenas de la avenida
Tacna. Su portón abierto de par a par invitaba a ingresar, camine entre la muchedumbre y los
comerciantes y recordé que el mes morado
se había iniciado y algunos feligreses buscaban un milagro para octubre. Me senté
en la última fila, esperando no incomodar
a nadie, pues hace tiempo me declaré errante
de las tradiciones cristianas, pero como niña criada en colegio católico
aprendí que la casa de Dios siempre esta abierta para cualquiera que necesite
cobijo. Acomode mi bolso y observé la pintura, aquella historia que tuve que aprender para mi nota del
tercer bimestre del curso de religión, la imagen pintada por un mulato y la
canción que ya mi mente no recuerda.
Después
de maravillarme con el atrio, observé mi entorno, las diferentes subculturas de
Lima que se reunían ante un sola fe,
muchos ingresaban a la espera de
un milagro o agradecer los ya
concedidos; recuerdos muchas viejecitos arrodillados
rezando fervorosamente en silencio, otras
acercándose lo más posible a la imagen llevando algún rosario en las manos, un
ambulante que acomodando sus golosinas
para el día siguiente y algunos niños
que corrían aburridos. Entonces me puse a pensar en que era un milagro, según
la REA es un hecho no explicable por las leyes naturales y que se
atribuye a intervención sobrenatural de origen divino o es
buscar que algo que es imposible que se realice, para mí un milagro es la propia
voluntad humana capaz de mover los
destinos el mundo con solamente quererlo. No creo en Dios, pero sí, en un
milagro, algunos cristianos me pueden
señalar como cobarde por no inclinarme ante Él y ante su posible majestuosidad;
pero es más difícil no creer, pues no
pienso en mi destino como escrito, ni veo mi existencia con un plan divino, solamente considero la vida como un milagro, propia de una creación misteriosa, pero creo fielmente que la compasión,
solidaridad y amor a los semejantes podrán
ayuda a cambiar la sociedad.
Sin embargo, me acerco cada año a la iglesia de las
Nazarenas a la espera de un milagro...