María vio la luz, un día frío de agosto, la primavera se veía
lejana y su mirada disimulaba su dolor. Tenía miedo a la oscuridad pero temía
quedarse quiete y esperar el próximo golpe. Recorrió la habitación buscando un
espejo y al verse suspiró...
- Tú no vivirás lo mismo que yo- dijo a su bebé.
Salio y saludo a su suegra que con un gesto de admiración le
preguntó.
-¿A dónde vas?-
Pero María balbució una escusa y se fue para nunca más
regresar...
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