A los cuarenta años Sofía se casó.
Su corazón solitario y sombrío, se llenó de luz cuando conoció a Ricardo, un hombre que no había soñado en su
vida, pero era el mejor que había conocido, sus detalles y
su sonrisa la encandilaron.
Después
de muchos años construyó su hogar, ahora
estaba dispuesta a aprender a ser una mujer, a sacrificarse para llegar a la felicidad familiar.
Sin embargo, el sino se encargó de regalarle brevemente aquellos momentos y llevarse a Ricardo. Sólo en el rostro de su pequeña hija encontró consuelo y esa cálida
sonrisa que tanto amaba.
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